miércoles, 21 de octubre de 2015

¡Evita la Pared!























Momento crucial de una maratón, la pared surge cuando las reservas de glucógeno, el carburante del esfuerzo almacenado en los músculos y en el hígado, están agotadas. Aquí tienes tres trucos para prepararte mejor con el fin de superar el inevitable bajón del kilómetro 30.

*Entrenarse de manera coherente
(en función del objetivo fijado)

Para prepararse a la superación de la pared – y limitar al máximo sus efectos -, es necesario efectuar un volumen de trabajo suficiente durante
el entrenamiento. Cada vez más corredores, desacomplejados por la «democratización» de la distancia de una maratón, toman la salida de una carrera de 42,195km con un número insuficiente de preparaciones. Y se exponen a menudo a severas desilusiones…

El entrenamiento debe estar basado en el desarrollo de las cualidades de fondo. Enseñando al organismo cómo ir a buscar lentamente en sus reservas el glucógeno, uno se prepara de la manera más eficaz para limitar los efectos del bajón que surgen al final de las pruebas cronometradas.

De ahí la necesidad de correr cada vez más tiempo a una velocidad dada (a la cual te sientes cómodo y que te permite mantener una conversación sin sofocarte) y trabajar de manera más cualitativa – fraccionado sobre pista o fartlek en medio natural – para desarrollar la VMA. Unas cualidades cardiovasculares óptimas permiten ahorrar energía durante un esfuerzo de varias horas - sobre todo aprendiendo a ir a buscar en las grasas y a proteger así la reserva de glicógeno.

*Tener un plan de carrera y mantenerlo

La participación en una maratón (o a cualquier otra prueba de tipo trail de fondo) debe ser precedida por experiencias en competición sobre distancias inferiores. En efecto, es importante conocerse y adquirir puntos de referencia fiables.

Los efectos de la pared durante una maratón son aún más precoces y devastadores si el ritmo elegido a lo largo de la primera media es demasiado ambicioso. A camino largo, paso corto. Generalmente se aconseja quitar al menos 1 km/h de media entre un resultado de una carrera de 10km y una media maratón y 1 km/h de media entre una media y una maratón. Concretamente, si corres una carrera de 10km en 50min es decir con una media de 12km/h, tu ritmo en una maratón rondará una media de 10km/h para un crono final de unas 4h15.

Al cabo de un entrenamiento meticuloso de al menos diez semanas podrás validar tu plan de carrera. Éste se basará sobre ciertos parámetros objetivos (los resultados obtenidos en pruebas anteriores) y sobre las sensaciones físicas del momento. Hay que saber ser ambicioso. Pero recuerda que la distancia de una maratón no es un camino de rosas.












*Aprender a alimentarse de manera inteligente

Cada uno es consciente de la necesidad de privilegiar los azúcares lentos a lo largo de los días que preceden una maratón o una prueba de fondo. Es importante almacenar la mayor cantidad de hidratos de carbono posible en los músculos para obtener el mejor rendimiento sobre una duración de varias horas.

El consumo de pasta o de arroz (al ser posible integral) es aconsejado y debe representar al menos la mitad de los aportes calóricos diarios a lo largo de la semana anterior a la prueba. Procura también hidratarte lo suficiente la víspera de la carrera. Antes de lanzarte, tómate un desayuno equilibrado sin «atiborrarte».

El período de entrenamiento debe servir, evidentemente, de ensayo general en cuanto a la alimentación durante el esfuerzo. Algunas reglas se aplican a todos, pero ciertos detalles (que pueden resultar ser capitales) han de ser verificados. Sobre todo la tolerancia a las bebidas o a los geles energéticos.

Durante una maratón, es necesario hidratarse en cada  avituallamiento (cada cinco kilómetros). Beber agua en un primer tiempo e ir añadiendo bebidas energéticas tras una hora de carrera. En cuanto a la alimentación, conviene ingerir azúcar con regularidad para retrasar al máximo – ¿y por qué no hasta la llegada? – la aparición de los síntomas de la pared.


Afrontar la pared también es una cuestión mental. ¡Superar la sensación de cansancio extremo y no abandonarse! En todos los casos se puede reducir el ritmo, incluso caminar unos metros. Y por supuesto alimentarse e hidratarse para dar al organismo los medios para seguir con su esfuerzo.

¡Buen Maratón!


sábado, 3 de octubre de 2015

Fuerza máxima para corredores de montaña, ¿vale la pena?



El organismo humano posee unas reservas de adaptación limitadas y, por tanto, confiar la mejora de nuestro rendimiento al desarrollo de una única capacidad (en este caso, la resistencia) nos conduce, antes o después, al fracaso por agotamiento de dichas reservas.

Hasta hace no muchos años el entrenamiento de la fuerza en el corredor de fondoúnicamente se concebía como un medio para la prevención de lesiones. Sin embargo,
hoy en día existe una sólida evidencia científica sobre el rol del entrenamiento de fuerza en la mejora de la economía de carrera, un parámetro de rendimiento clave en las disciplinas de fondo. 

Además, en las carreras por montaña juega un papel decisivo el desnivel acumulado de subida y de bajada. En los tramos de ascenso aumenta la actividad muscular de los extensores de tobillo, rodilla y cadera respecto a la carrera en llano; mientras que en los tramos de descenso, esa misma musculatura sufre un importante desgaste muscular por la sucesión de contracciones excéntricas. 

¿Fuerza-resistencia o fuerza máxima?

La metodología más habitual para trabajar la fuerza en corredores ha sido tradicionalmente la disposición en circuito y la utilización de ejercicios calisténicos con autocargas o sobrecargas ligeras. Sin embargo, los planteamientos encaminados a la mejora de la fuerza máxima y explosiva parecen ser incluso más efectivos para la mejora de la economía de carrera y la VAM (Velocidad Aeróbica Máxima) durante el periodo preparatorio general. Además, estas bondades se extienden a un colectivo que cada vez tiene más protagonismo en las carreras de fondo, los atletas veteranos. La investigadora italiana Maria Francesca Piacentini ha demostrado recientemente una mejora superior al 6% en la economía de carrera después de tan solo 6 semanas de entrenamiento de fuerza máxima (2 sesiones semanales) en un grupo de maratonianos de 44.2 ± 3.9 años.

Una propuesta de entrenamiento de la fuerza máxima debe ir siempre precedida de una fase de familiarización y adaptación osteo-muscular –más o menos larga en función de la experiencia del corredor-, en la que utilizaremos ejercicios en máquinas guiadas e iremos incrementando paulatinamente la carga a movilizar para facilitar la adopción de una correcta técnica de ejecución. Partiendo de esta premisa, para la mejora de los niveles de fuerza máxima utilizaremos ejercicios con peso libre o en máquinas semiguiadas (multipower) de cadena cinética cerrada. 

Los ejercicios de halterofilia son los más eficaces para este propósito, sin embargo con corredores que tengan nula o escasa experiencia en el trabajo de fuerza (perfil bastante habitual) resulta bastante difícil conseguir una correcta ejecución técnica. Por esta razón, personalmente suelo inclinarme por otros ejercicios como la media sentadilla, el split, la subida al cajón o la caída lateral. 

Respecto a la intensidad de la carga, corredores de fondo de élite como Chema Martínez han llegado a movilizar en media sentadilla el doble de su peso corporal (PC) en 4 repeticiones, lo que supone una estimación del 220% - 230% de su PC en una repetición máxima (1RM). En corredores populares sin experiencia previa en este tipo de entrenamiento, nuestra experiencia nos dice que su 1RM en media sentadilla suele oscilar entre un 150 y 170% de su PC. Así pues, cuando no tenemos la posibilidad de realizar un test de estimación, empleamos esta referencia y programamos la carga de entrenamiento utilizando porcentajes de su PC. En los ejercicios de subida al cajón, split y caída lateral empleamos una intensidad un 25 – 30% menor que en media sentadilla. En la tabla 1 sintetizamos nuestra propuesta para la mejora de los niveles de fuerza máxima en corredores de montaña. 
Siempre utilizamos un carácter del esfuerzo submáximo (no agotamos el número máximo de repeticiones por serie, sino que realizamos siempre 2 - 3 menos), para incrementar la percepción de dominio de la carga y aumentar la seguridad del ejercicio, por una parte; y para limitar un estímulo hipertrófico no deseable en esta población, por otra. Asimismo, es importante hacer hincapié, una vez que el corredor ya se ha familiarizado con los ejercicios, en que ejecute la fase concéntrica intentando aplicar la máxima velocidad posible para maximizar las ganancias de fuerza máxima y explosiva. 

Así es que, ¡a entrenar y a fortalecer! 



Ignacio Martínez Navarro
Doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte
Entrenador Nacional de Atletismo
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